Hermes: el mensajero de los dioses

 HERMES: EL MENSAJERO DE LOS DIOSES

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Nuestra Asociación Cultural ha escogido como emblema de su Aula de Conferencias el torchero que adorna la escalera del Círculo Frutero Burrianense. Se trata de una escultura de bronce del dios del comercio, Hermes/Mercurio. Una pieza impresionante, de alta decoración, provista de cinco tulipas, tipo antorcha, que llama la atención entre un magnífico conjunto de lámparas de comienzos de siglo XX.

La revista La Unión informaba el cinco de febrero de 1916, acerca de la inauguración del edificio del Círculo Frutero: “Es un edificio éste que, como hemos dicho repetidas veces, por su lujo y confort honra muchísimo a Burriana y a la importante entidad de confeccionadores de cajas de naranjas que lo ha costeado. El original servicio de café y de restaurant de la casa Mans y Comas, de Barcelona; la elegantelampistería de los Sres. Izquierdo Hermanos y los lujosos muebles de la señora viuda de Climent, de Valencia ambas casas, resulta todo ello un verdadero alarde de esplendidez y de buen gusto”. En otro momento volvía a reseñar que: “La lampistería salió de los talleres de los señores Izquierdo, y con eso está todo dicho”.

Y tan dicho como estaba, a la sazón, la empresa que instaló las lámparas del Círculo Frutero, era una de las mejores de España; incluso exportaba sus productos por media Europa. La fábrica estaba situada en la calle Cuenca de Valencia y era un negocio de la familia

Izquierdo Hurtado formada por cinco hermanos: Juan, Salvador, Manuel, Providencia y Concha. Los directamente vinculados al negocio eran Juan y Salvador, puesto que Manuel Izquierdo fue durante muchos años un tenor de reconocido
prestigio en el panorama nacional.

 

Izquierdo Hermanos, que ya intervino en la decoración del Ateneo Mercantil de Valencia, tras la reforma de 1899, se anunciaba como una empresa de la calle Cuenca (frente al Hospital Provincial), especializada en bronce de arte decorativo, bronces para amueblamientos, garnituras de todos los estilos, lámparas, flameros, candelabros, suspensiones, plafoniers y apliques; composiciones artísticas de bronce combinado con madera, terracota o porcelana; trabajos especiales por encargo; instalaciones completas; fundición propia en toda clase de metales; almacenes de venta y grandes salones de exposición permanente. Incluso hasta años más tarde, hubo un pasaje en Valencia, conocido como Pasaje Izquierdo, vinculado al prestigio de este negocio familiar.

En la Feria Muestrario de Valencia se hablaba así de los productos de la casa Izquierdo: “La instalación de

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los Sres. Izquierdo Hermanos es una de las más interesantes de la Feria. Por los elegantísimos y artísticos modelos que presenta, ha demostrado una vez más que de sus talleres de la calle Cuenca salen los trabajos más bonitos y artísticos, y que es una de las fábricas más importantes, no sólo de Valencia, sino de España”.

Tanta fama le facilitó tener pabellón propio en la Exposición Regional Valenciana celebrada en 1909; una muestra comercial e industrial organizada por el Ateneo Mercantil de Valencia que se desarrolló entre el 22 de mayo y el 31 de julio de 1909. En ella se dieron cita las vanguardias del momento, en la industria, la economía, el arte, el ocio, el turismo... Fue un punto de encuentro empresarial e industrial donde promocionar las innovaciones de productos y donde se consolidaron artículos como el automóvil, el cine, o el fonógrafo, corrientes arquitectónicas, como el modernismo, deportes, como el fútbol, la aviación, los motores de explosión, o las nuevas aplicaciones eléctricas.

El pabellón de los Hermanos Izquierdo era un edificio aislado, según explicaba el catálogo de la feria: “Entre las instalaciones que hay situadas a la izquierda del Palacio de la Industria, figura la de los Señores Izquierdo Hermanos, cuyo pabellón es de forma elegante y seria. En su interior se halla una notabilísima colección de lámparas, flameros, candelabros y bronces artísticos para amueblamientos”.

Salvador Izquierdo Hurtado formó parte, en calidad de Vocal, del Comité de la Exposición Regional que presidía Tomás Trénor y Palavicino, tío de Jesusa Trenor Mascarós, copropietaria en aquel momento de la finca de Mascarós de nuestro termino municipal.

Diez años más tarde de la Exposición Regional, Salvador Izquierdo, con motivo de las huelgas y movimientos revolucionarios de 1919, sufrió un atentado en plena calle cuando se trasladaba a pie desde su domicilio en la calle Guillem de Castro 101 a su fábrica de la calle Cuenca. Cuatro individuos lo abordaron y le propinaron varios disparos con una browning, pese a lo cual logró salvar la vida gracias a que de inmediato le atendieron los servicios de urgencia del Hospital Provincial situados junto al lugar de los hechos. La agresión se atribuyó a que Salvador Izquierdo era en aquel momento presidente de la junta de patronos ebanistas, una sección más, dentro


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del complejo empresarial de los Hermanos Izquierdo, aunque sobre todo destacaron en la metalistería, entendida como las técnicas y artes para producir y conformar metales en la fabricación de objetos utilitarios, artísticos o decorativos. Este oficio comprendía un profundo conocimiento de las técnicas de fundido y labrado con metales nobles, como el bronce, e incluía la herrería y la orfebrería.

Los Hermanos Izquierdo fueron herederos de la mejor tradición en la fundición artística valenciana, de la que sin duda fue uno de sus grandes maestros un burrianense: Vicente Ríos Enrique (1841-1900). Nieto de Vicente Ríos Mingarro y Mariana Pascual Fandos, e hijo de Juan Bautista Ríos Pascual y Teresa Enrique, quedó huérfano a muy corta edad. Fallecido su padre, su progenitora contrajo segundas nupcias con un herrero portugués, llamado Antonio Morera Rocha. A la edad de cuatro años toda la familia emigró a Valencia y fue allí donde aprendió el oficio y donde abrió su propio taller: La Fundición Artística e Industrial Vicente Ríos. En este obrador fundió gran cantidad de bustos de personajes ilustres, lo que le valió relacionarse con las altas esferas, no solo de Valencia, sino también de Madrid. Entre sus célebres esculturas están la de Luis Vives en la Universidad Literaria de Valencia, o los bustos reales de D. Alfonso XII y Dña. María Cristina de Habsburgo.

Volviendo a nuestro Hermes, creemos estar seguros al afirmar que fue un encargo expresamente realizado para el nuevo edificio del Círculo Frutero; bien de los arquitectos encargados de diseñar y decorar el palacete naranjero, pues no en vano en la fachada también encontramos representaciones del propio Hermes y de Ceres, diosa mitológica de la agricultura; o bien por parte de destacados miembros del Frutero, entre los que se encontraba su Secretario, José Calzada Carbó, hombre de origen catalán, de vasta cultura, quien solía  tener cierta tendencia a 


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Hermes junto a Dioniso cuando era niño.


incluir en sus obras poéticas elementos de la mitología clásica.

No obstante, Hermes no era un personaje ajeno en Burriana. Incluso había una Academia Mercantil Hermes, donde se impartían conocimientos de contabilidad, cálculo, correspondencia comercial o idiomas. Estaba situada en el Pla, en el edificio anterior al que ocupa Bankia.

Los elementos más característicos del Hermes ubicado sobre la pilastra de la escalera del Círculo Frutero son el pétaso o gorro alado que lleva sobre la cabeza, simbolizando la rapidez con la que el mensajero de los dioses se movía de un lugar a otro. No lleva, en cambio, otros atributos tradicionales, como la vara mágica o caduceo con las serpientes entrelazadas, o calzando sandalias provistas de alas. Inversamente, aparece un elemento poco común en las representaciones de Hermes: un barril sobre el que descansa su capa o clámide. Y es que el dios del comercio fue el protector de su hermano menor, Dioniso, dios de la vendimia y el vino, y según cuenta el mito, cuando Dioniso paso a la vida adulta, Hermes quiso hacerle un regalo muy especial y le entregó una planta llamada Vitis, y con el jugo de sus frutas, le dijo a Dioniso: “alimentarás y saciarás la sed de la gente y les proporcionarás amistad, alegría y buena voluntad, que es lo que necesitan los hombres”.

También apunta la mitología que Hermes era un ladronzuelo, y que al robar un tonel, por casualidad, rescató a Ares, sin pretenderlo. En un oscuro mito arcaico, relatado en la Ilíada por la diosa Dione a su hija Afrodita, dos gigantes ctónicos, los Alóadas, Oto y Efialtes, encadenaron a Ares y lo encerraron en un tonel de bronce, donde permaneció trece meses, un año lunar. Ares estuvo gritando y aullando en la urna hasta que Hermes lo rescató. Ares era hijo de Zeus y de Hera y era el dios de la guerra (Marte para los romanos).

El fabulista Esopo contaba que Zeus encerró todos los bienes terrenales en un tonel, dejándolo en manos de un hombre. Éste, que era curioso, levantó la tapa del tonel porque quería saber lo que había dentro, y al hacerlo, todos los bienes volaron hacia los dioses, menos la Esperanza. De ahí que la esperanza sea la satisfacción de los humanos, que les promete el regreso de los bienes desvanecidos.

Los toneles tienen una presencia notable en la mitología greco/romana, y sin duda, el tonel de nuestro Hermes, merecería mayor indagación, pues su significado se escapa de lo unívoco.

Con todo, nuestro Hermes representa el comercio, el arte de vender y la esperanza en la prosperidad.

Allí metido, al pie de la escalera, da la bienvenida a los salones en los que se cerraron importantes acuerdos comerciales.

Guillem Ríos Canós